27 de junio de 2013
8 de abril de 2013
26 de marzo de 2013
Hasta entonces nunca me habían aterrado de esta forma los aeropuertos. Lléname de abrazos, lléname de
besos, creo
que anunciaron tu vuelo. Y entre lágrimas tu figura es devorada por la gente, y
una fiera maloliente clava en mi alma sus afilados dientes. Sus afilados dientes. Quedo con el sabor metálico de la
soledad y
deshojo el calendario. Tengo miedo, tengo frío y dudo, y hago repaso. Fugaz e indeterminado, como un
sueño ha comenzado esta historia y no sé, en verdad, si fue real. Quién me iba a decir que te iba a
encontrar una noche casual, yo ejerciendo de torpe sentimental. "¿Qué haces aquí? A punto
estaba de marcharme, qué bueno es encontrarte". Y tú y yo inmóviles, y en torno a
nosotros giraban
colores, pasaban horas, rostros. Pasaban horas, rostros. Pero nada de esto era importante, "así que háblame de ti y no
pares". Apenas
te dejaba la música con su metralla. "Cuéntame cómo era todo
antes". Aunque
seriamente dudo si en verdad hubo un antes, sólo recuerdo bien, con nitidez,
que hubo un después. Entre empujones, entre la gente, me acerco torpemente con
taquicardia adolescente, en aquel bar donde no entra ni un rayo de luz, sé que fuera, sé que fuera amanece. Sé que fuera amanece. Nuevos reencuentros, nuevas
confesiones, y de repente me veo perdido en un aeropuerto, con las pesadillas que me
acompañan día a día, cotidianas, con las que me atormento: A qué son bailan tus caderas, qué sudores te alimentan, tengo
tanto miedo de
que olvides el camino de regreso, el camino de regreso.
1 de enero de 2013
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